HISTORIA
Durante siglos, el origen de la devoción rociera había
permanecido oculto o envuelto por el misterio y la belleza de distintas
leyendas y tradiciones. Entre las diversas leyendas, la que goza de mayor
aceptación y raigambre, es la descrita en el antiguo Libro de Reglas de la actual
Pontificia, Real e Ilustre Hermandad Matriz de Nuestra Señora del Rocío, de
Almonte, de 1758:
“Entrado el siglo
quinze de la Encarnación del Verbo Eterno un hombre que ó apacentaba ganado, ó
había salido a cazar, hallándose en el término de la Villa de Almonte en el
sitio que llaman de la Rocina... Penetró aunque á costa de no poco trabajo, y
en medio de las espinas halló la Imagen de aquel Sagrado Lirio Intacto de las
espinas del pecado, vió entre las zarzas el Simulacro de aquella Zarza Mystica
ilesa en medio de los ardores del original delito, miró una Imagen de la Reina
de los Angeles de estatura natural colocada sobre el seco tronco de un árbol”.
Sin embargo, con los datos que nos aporta la historia, podemos afirmar que los orígenes del Rocío se
remontan a finales del S.XIII, coincidiendo con la conquista de estos
territorios por los Reyes cristianos; en 1248 Fernando III el Santo conquista
Sevilla y poco después, en 1262 Alfonso X el Sabio conquista Niebla, a cuya
jurisdicción pertenecía el pueblo de Almonte. Todo ello nos invita a pensar,
que fuera el mariano monarca Alfonso X el Sabio quién, a finales del Siglo
XIII, conquistada y repoblada la zona, mandara construir una Ermita en la que
se diera culto a la Madre de Dios, bajo esta advocación de María Santísima de
las Rocinas, nombre que toma del mismo lugar en que se construye la Ermita.
Estos datos y abundante documentación referida a la
existencia de la Ermita de Santa María de las Rocinas, nos indican, sin lugar a
dudas, que ya durante todo el siglo XIV existía la Ermita y la Imagen de la
Virgen.
El escenario de la devoción
El Rocío, uno de los centros más importantes de religiosidad
popular y de devoción mariana en la actualidad, cuyo centro es la Virgen del
Rocío, Virgen de Pentecostés, hunde sus raíces a finales del siglo XIII,
coincidiendo con la reconquista de esta tierra a los árabes y su recuperación
para la cristiandad.
El lugar que hoy
conocemos como El Rocío, da nombre no sólo a la Virgen, sino a una aldea y a un
territorio concreto que no siempre se llamó así. Ni su configuración
paisajística, ni su demarcación y dependencias administrativas fueron siempre
las mismas. Alfonso X "El Sabio", conquista esta tierra a los árabes,
a cuya jurisdicción pertenecía al reino de taifa de Niebla.
En 1582, el Concejo de Almonte adquiere las tierras
denominadas, Madre de las Marismas, junto a la Ermita, con todo lo que hoy es
ruedo de la aldea, quedando esta zona no sólo ya término de Almonte, sino
propiedad de su municipio, quien sigue siéndolo en la actualidad.
Toda esta tierra señorial, donde se enclava la Ermita,
estaba atravesada por caminos muy transitados que se cruzan a escasos metros de
esta, convirtiéndola en lugar de encrucijada que será vital para que se
propague con facilidad la devoción a la Blanca Paloma.
La Ermita es también lugar equidistante de poblaciones de
tres provincias: Huelva, Sevilla y Cádiz que convergen en este enclave,
extendiéndose rápidamente la devoción por las poblaciones de las comarcas más
próximas: Aljarafe sevillano, con Villamanrique y Pilas, el Condado de Huelva,
con La Palma y Moguer y Cádiz con Sanlucar de Barrameda o Rota.
Son éstas las primeras poblaciones con Hermandades
constituidas, después de la de Almonte que ya existía con anterioridad. Con el
tiempo el escenario de la devoción se irá agrandando a lo largo y ancho no sólo
del territorio andaluz, sino de otros muchos puntos de la geografía nacional.
ORIGENES DE LA DEVOCIÓN DEL ROCíO
Durante siglos, el origen de la devoción rociera ha
permanecido oculto o envuelto por el misterio y la belleza de distintas
leyendas y tradiciones.
En este aspecto, la devoción rociera no se aparta de otras
realidades semejantes en España, de otras devociones igualmente extendidas
entre el pueblo cristiano, entre las cuales destaca un común denominador: las
Imágenes siempre "se aparecían" a un cazador, pastor, pescador o
leñador, como bajada del cielo, para llegar a un lugar determinado.
Hasta mediados del siglo XX, (y aún hoy sigue siendo la
explicación histórica más aceptada y conocida por el pueblo) el origen del
Rocío se ha explicado por medio de diversas leyendas, ni siquiera una sola,
transmitida oralmente de generación en generación, de padres a hijos, con
variantes según el lugar que se tome como referencia.
Sin embargo, entre las diversas leyendas, la que goza de
mayor aceptación y raigambre, es la descrita precisamente el antiguo Libro de
Reglas de la actual Pontificia, Real e Ilustre Hermandad Matriz de Nuestra
Señora del Rocío, de Almonte. Dichas Reglas son las más antiguas conocidas de
la Hermandad, aunque puede afirmarse que no eran las primeras, y datan del año
1758. En ellas, se hace referencia a la aparición de la Virgen a un cazador, en
el coto de la Rocina, del término de Almonte.
Esta leyenda, indudablemente bella y llena de sentido para
el hombre de la época, carece del apoyo documental suficiente como para ser
aceptada sin más por la historia. Sin embargo, recoge fidedignamente el sentir
de una época y de un pueblo ferviente y devoto.
No es hasta bien entrada la segunda mitad del S.XX, cuando
el Rocío despierta el interés de estudiosos, científicos e historiadores, y
especialmente, en lo que respecta a la indagación sobre sus orígenes. Lo cierto
es que la historia, tan bella como puedan serlo las distintas leyendas, nos
aporta algunos datos fundamentales para encontrar el verdadero origen de la
devoción rociera, si bien hemos de reconocer que actualmente quedan aún
importantes lagunas o interrogantes sin que hayan encontrado explicación suficiente.
Con la documentación actualmente existente, podemos afirmar
que los orígenes del Rocío se remontan a finales del S.XIII, coincidiendo con
la conquista de estos territorios por los Reyes cristianos; dicha documentación
nos indica, sin lugar a dudas, que ya durante todo el siglo XIV existía la
Ermita y la Imagen de Santa María de las Rocinas.
En 1248 Fernando III el Santo conquista Sevilla y poco
después, en 1262 Alfonso X el Sabio conquista Niebla, a cuya jurisdicción
pertenecía el pueblo de Almonte. Tras la conquista, comienza la tarea
repobladora, lo que favoreció el desarrollo económico de la zona en la que se
encuentra la Ermita del Rocío. El lugar concreto de su emplazamiento, quedó
reservado a la corona de Castilla, como cazadero real, por sus inmejorables
condiciones cinegéticas.
Dichos documentos y el estudio iconográfico realizado a la
Virgen por los profesores Carrasco Terriza y González, que datan la Sagrada
Imagen en las postrimerías del Siglo XIII, nos invitan a pensar que, con toda
probabilidad, como afirmabamos anteriormente, fuera el mariano monarca Alfonso
X el Sabio quién, allá por el año 1280, conquistada y repoblada la zona,
mandara construir una Ermita en la que se diera culto a la Madre de Dios, bajo
esta advocación de María Santísima de las Rocinas, nombre que toma del mismo
lugar en que se construye la Ermita.
Desde el principio, la devoción a la Virgen del Rocío se fue
extendiendo desde Almonte, a los pueblos limítrofes, dando lugar
posteriormente, a las diversas Hermandades rocieras que hoy pueblan toda la
geografía española, rebasando algunas, incluso, nuestras fronteras.
Aconteciomientos fundamentales para la historia del Rocío:
Fundación de la Capellanía de Baltasar Tercero
En el año 1587, el sevillano Baltasar Tercero, emigrante en
Perú, deja en su testamento la suma de dos mil pesos de plata, para fundar una
capellanía y restaurar la antigua ermita.
Se nombra como patrono de la capellanía al Concejo de
Justicia y Regimiento de la Villa y al Cura más antiguo del pueblo, tomando así
un inmenso protagonismo el Ayuntamiento de Almonte, en lo concerniente al
Rocío, protagonismo que se mantendrá inalterado hasta después de las leyes
desamortizadoras, cuando lo tomará la actual Hermandad Matriz, hasta entonces
limitada a la organización de algunos cultos.
Dicho testamento se nos presenta como fundamental en la
historia rociera, pues desde entonces, se produce una enorme expansión de la
devoción a la Virgen del Rocío.
La Hermandad Matriz
Con los datos que poseemos, podemos afirmar la existencia de
la Hermandad, al menos en el Siglo XVI, como lógica consecuencia de la
importancia que iba cobrando el lugar y la devoción a Ntra. Sra. de las
Rocinas, al encontrarse en tan privilegiado lugar, como era la encrucijada de
caminos que unía las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz.
En todo caso, en 1653, fecha en que se proclama a la Virgen
del Rocío, Patrona de Almonte, ya existía la Hermandad, entonces Cofradía, como
se desprende del acta del patronazgo: "Con toda humildad pedimos al
Hermano Mayor y hermanos de la Cofradía de esta gran Señora, a los que no lo
fuéramos, que nos asienten y escriban por tales en ella."
En cuanto a las funciones que desempeñaría la Hermandad en
sus primeros años de existencia, muy pocas podían ser, básicamente el cuidado
de la Ermita y la celebración de los Oficios litúrgicos, en la Fiesta de la
Virgen.
Es lógico suponer, que la Fundación de Baltasar Tercero, muy
bien dotada económicamente, al nombrar como patronos a los Cabildos secular y
eclesiástico de la Villa, eclipsara a aquella incipiente Hermandad, dejándola
subordinada al propio Concejo, que nombraba al Hermano Mayor, al igual que
hacía con el Capellán y el Administrador de bienes de la Fundación, y limitando
sus funciones a la organización de algunos cultos y a procurar una correcta
atención a la Ermita.
Por ello, podemos afirmar que el origen más directo de lo
que hoy conocemos como Hermandad Matriz, por sus actuales funciones y
competencias, lo encontramos en la fundación de la Capellanía por Baltasar
Tercero.
Las Primeras Reglas conocidas de la Hermandad, son aprobadas
por el Arzobispado de Sevilla en el año 1758. Con estas Reglas, la Hermandad,
aun sin dejar de depender en muchos aspectos del Concejo, como Patrono de la
Capellanía fundada en 1587 por Baltasar Tercero, consigue el reconocimiento de
algunas funciones, que van marcando un ámbito de actuación propio y
configurando a la Hermandad, cuyas Reglas tienen ya el refrendo del poderoso
Arzobispado de Sevilla, como algo más que un mero apéndice del Concejo.
Esta situación se verá sustancialmente alterada por la
desamortización de 1798, cuando Carlos IV, acosado por las deudas del Estado,
decide la enajenación de los bienes pertenecientes a las Obras Pías, y por la
posterior desamortización eclesiástica de Mendizábal, en 1836. Con dichas
medidas, la fundación creada dos siglos atrás por Baltasar Tercero, se vio
privada de la mayor parte de sus bienes y rentas. Comienza así un período de
letargo para la Capellanía, del que ya no se recuperará nunca. Consecuencia del
proceso desamortizador, dejando a la Capellanía sin gran parte de sus bienes,
fue que el culto en la Ermita quedara algo desatendido, con lo cual la
Hermandad adquiere, a partir de entonces, un mayor protagonismo, a medida que
lo perdían los patronos de la Capellanía.
Quedaba así expedito el camino para que la Hermandad Matriz
de Almonte viera por fin llegado su momento, conviertiéndose en la única y
verdadera heredera de la poderosísima Fundación que, en 1587 creara Baltasar
Tercero.
Un año después de la coronación, en 1920, La Hermandad
Matriz se verá reconocida por la concesión de dos títulos de singular
importancia, el de Real, otorgado por S.M. Alfonso XIII y el de Pontificia,
concedido por S.S. Benedicto XV.
Dichos Títulos se suman y, en la práctica, sustituyen, a los
antiguos que ostentaba la Hermandad de Venerable, Principal o Primordial. Estos
últimos, se verán sustituidos, aún con semejante significado, por el Título de
Matriz, que hace referencia a la preeminencia de la Hermandad de Almonte, como
anfitriona, sobre las demás Hermandades del Rocío.
La Virgen del Rocío, Patrona del pueblo de Almonte.
El 29 de junio de 1653, festividad de San Pedro, en la
Iglesia Parroquial de Almonte, se lleva a cabo el juramento de la Inmaculada
Concepción de María, nombrándose, al mismo tiempo a la Virgen del Rocío como
Patrona de Almonte.
A partir de ese momento, y "no sin mística
alusión", se produce un cambio en el nombre de la Virgen, y el pueblo
comienza a llamar a la hasta entonces Virgen de las Rocinas, con el título de
Rocío. Ello implica una apretada carga de intencionalidad teológica, pues, el
nuevo nombre, inspirado en la liturgia de la Misa de Pentecostés, compara la
acción del Espíritu Santo con la fecundidad del Rocío. También por este motivo,
se acuerda el traslado de su fiesta del ocho de septiembre, al domingo,
solemnidad de Pentecostés.
Con estos acontecimientos, el pueblo de Almonte quiso
significar, que la Virgen del Rocío, desde entonces y para siempre sería la
Virgen de Pentecostés, la Virgen del Espíritu Santo, invocándola así al
exclamar ¡Viva esa Blanca Paloma! en alusión al Espíritu Santo, en forma de
paloma, que preside el palio de su trono.
El Voto del Rocío Chico
Con este nombre, el pueblo de Almonte conmemora el Voto de
acción de gracias realizado en 1813, en agradecimiento a los favores recibidos
de su Patrona, con motivo de ciertos acontecimientos vividos en el pueblo,
durante la invasión francesa de España.
Ante la amenaza de las tropas francesas de "pasar a
cuchillo" a todos los habitantes de la villa de Almonte, el pueblo invoca
a su patrona y finalmente, el ejército francés que se disponía a cumplir la
orden recibida, recibió contraorden, encaminándose hacia otro destino,
librándose así el pueblo de Almonte de su fatal destrucción. En prueba de gratitud,
Almonte sigue renovando el Voto del "Rocío Chico" cada diecinueve de
Agosto.
La Coronación canónica de la Virgen
Tiene lugar en 1919 la Coronación canónica de Ntra. Sra. del
Rocío. Parte la idea del canónigo de la Catedral Hispalense D. Juan Francisco
Muñoz y Pavón, insigne rociero, que hace público su deseo en un célebre
artículo, publicado en la prensa andaluza de la época, titulado "La pelota
está en el tejado". Tras largos esfuerzos, el día ocho de junio, el
Delegado Pontificio, Cardenal Almaraz, Arzobispo de Sevilla, depositó la corona
sobre la Bendita Imagen de la Virgen del Rocío, estallando en ese momento la alegría
y el júbilo en todos los allí presentes, según cuenta la Crónica que de tan
magno acontecimiento realizó D. Ignacio de Cepeda, Vizconde de la Palma, uno de
los artífices de la coronación.
Construcción del nuevo Santuario
En 1969, se inaugura el actual Santuario, siendo bendecido
por el entonces Obispo de Huelva D.José María García Lahiguera, el día doce de
abril. Atrás quedaron cinco largos años en los que, tras la trascendente
decisión de la Hermandad Matriz de derribar la antigua Ermita, la Virgen fue
venerada durante el tiempo que duraron las obras, en una capilla provisional
construida al efecto.
En 1981, se iniciaron trabajos de construcción del nuevo
retablo y camarín de la Virgen, así como la conclusión de la fachada del
Santuario, con la colocación de la espadaña.
La Inauguración del nuevo Camarín de la Virgen, tuvo lugar
en un solemne acto, que se celebró el 28 de mayo de 1999, consistiendo en una
presentación del nuevo Retablo al pueblo de Almonte, que vio aparecer por vez
primera a su Patrona, en el nuevo Camarín. Entre las dependencias del nuevo
camarín, se incluyen dos salas destinadas a la custodia y exposición del tesoro
de la Virgen. Poco después, el 14 de junio del mismo año, al cumplirse el sexto
aniversario de la visita de S.S. el Papa, el nuevo Camarín era solemnemente
bendecido por el Sr. Obispo de Huelva, Monseñor Ignacio Noguer Carmona.
El Retablo quedó completamente acabado en el año 2006,
concretamente el día 3 de mayo, a las 19,45 h. de la tarde, momento en el que
repicaron todas las campanas del Santuario. El 29 de junio de ese mismo año
2006, el nuevo Retablo de la Virgen fue solemnemente bendecido e inaugurado, en
el transcurso de una Solemne Eucaristía presidida por el Párroco de Almonte, D.
Diego Capado Quintana.
Entre las otras obras del Santuario, finalizadas en los
últimos años, en la Romería del año 2001, quedaron inauguradas las nuevas
dependencias de la Casa de la Hermandad Matriz en el Rocío, que bendice el Sr.
Obispo de Huelva, D. Ignacio Noguer Carmona. Y el 11 de mayo de 2002, se
inauguraron las nuevas dependencias del Santuario, que comprenden la nueva
Puerta del Real, sacristía, capilla para el paso de la Virgen, secretaría,
dependencias de prensa, despachos para el Capellán y Presidente de la Hermandad,
Sala de Juntas y dos apartamentos.
Clausura de los Congresos Mariológico y Mariano
Tuvo lugar el día veintisiete de septiembre de 1992, en el
Rocío, la clausura del XVIII Congreso Mariano y del XI Congreso Mariológico,
presidida por el Legado Pontificio, Cardenal Martínez Somalo, con la asistencia
del Nuncio de Su Santidad en España, Monseñor Tagliaferri, estando
representadas con sus Simpecados todas las Hermandades rocieras y con la
augusta presencia de SS.MM. los Reyes de España D. Juan Carlos I y Dña. Sofía.
La visita de S.S. el Papa Juan Pablo II
El día catorce de junio de 1993, tiene lugar el
acontecimiento más importante de la historia rociera, cuando, por primera vez,
un Papa, S.S. Juan Pablo II, se postra a los pies de la Virgen del Rocío, para
saludar después a los fieles que allí se encontraban, con un mensaje que es
todo un testimonio de amor a la Virgen y a sus devotos los rocieros, así como
el más alto refrendo de la Iglesia Católica, a la devoción a la Virgen del Rocío.
LA VIRGEN
Del nombre de Rocinas, al título de Rocío
El título primitivo de la Virgen fue el de Ntra. Sra. de las
Rocinas, haciendo alusión al lugar donde comenzó a ser venerada. En 1653 el
pueblo de Almonte comienza a llamar a su Virgen con el título de Ntra. Sra. del
Rocío, como se establece en el preámbulo de las primitivas Reglas de la
Hermandad Matriz de 1758: “adorándose en aquel sitio con el nombre de la Virgen
de las Rocinas, título que con el tiempo, y no sin mística alusión, se ha
mudado en el admirable de Rocío”. En curiosa paradoja, el lugar pasa a ser
conocido desde entonces, con el nombre de la Virgen.
El nombre de Rocío se inspira en la liturgia de la Misa de
Pentecostés, que en la oración de post-comunión, compara la acción del Espíritu
Santo con la fecundidad del Rocío: “Sancti Spiritus, Domine, corda nostra mudet
infusio, et sui rori intima aspersione foecundent” (Que tu Espíritu Santo,
Señor, descienda sobre nosotros, purifique nuestros corazones y, con el suave
rocío de tu venida, los haga fecundos). En esta oración, la comparación entre
el rocío (rori) y el Espíritu Santo, está llena de contenido teológico y
bíblico.
Por este motivo, se hace también el traslado de su fiesta
del 12 de septiembre, al domingo, Solemnidad de Pentecostés, como establecen
las Reglas de la Hermandad Matriz, de 1758. Y también por ello, se invoca a la
Virgen del Rocío, como Blanca Paloma, en alusión al Espíritu Santo en forma de
paloma que preside sus andas procesionales.
Con estos acontecimientos el pueblo de Almonte quiso
significar que la Virgen del Rocío, es la Virgen del Espíritu Santo, la Virgen
de Pentecostés.
Iconografía de la Imagen de la Virgen.
La imagen de Nuestra Señora del Rocío, que vemos ataviada de
brocados y ricas telas bordadas, responde en su interior a una talla completa
fechable hacia finales del siglo XIII. Esto equivale a decir que se trata, por la
coincidencia cronológica, de aquella primitiva imagen que fuera colocada por
Alfonso X "El Sabio" hacia 1280, momento en que se erige la primera
Ermita.
A finales del siglo XVI o principios del XVII, siguiendo el
gusto de la época, la Virgen del Rocío, igual que a otras, se le adaptan
ropajes de telas sobre la talla para ser revestida.En el caso del Rocío parece ser que este cambio tiene lugar en la época en que los monjes mínimos de Almonte tienen su custodia.
Está vestida a la moda de los Austrias, como gran dama de la
corte, cuyo atuendo se compone de las siguientes prendas: basquiña o saya de
forma de campana sin pliegues ni arrugas, corpiño muy ajustado en el cuerpo y
la gola que se transforma en rostrillo. Las sobremangas, de gran amplitud, se adaptan
al brazo, dejándose ver debajo la manga. Sobre la cabeza se toca con el velo de
las vírgenes y desde los hombros arranca el manto.
Porta la Imagen una serie de atributos en orfebrería:
Ráfaga, cetro, corona y media luna, respondiendo a la descripción de la mujer
en el Apocalipsis de San Juan: " ... vestida de sol, coronada con doce
estrellas y la luna en los pies."
Es evidente que el resultado estético del cambio fue muy
positivo aunque los más ortodoxos de la época vieran con recelo tal cambio,
pero los nuevos valores catequéticos inspirados tras el concilio de Trento
fomentan una revisión también en el arte sacro. La sociedad, envuelta ya en
pleno siglo de oro, nada le dice la severidad de ese primer gótico.
MÚSICA DE FONDO: "SALVE ROCIERA" Interpretada por "Ecos del Rocío".